jueves, 5 de julio de 2012

Último día

Hoy ha sido el último día. Después de una noche extraña, en una pensión que rezumaba humedad, hemos empezado a las 7 de la mañana la última etapa bajo una lluvia incesante. Ha sido una etapa bastante rápida, aunque más de la mitad ha sido con cuestas y más cuestas y la otra mitad un recorrido al borde del aeropuerto de Santiago y por las calles de la ciudad. Ha habido tiempo para las fotos en sitios curiosos. 


A falta de 4 Km está el Monte do Gozo, desde donde se supone que se ve la catedral, pero nosotras no hemos visto nada.


Donde Amaya no ha perdido oportunidad de poner otro sello más en su credencial. Y nos hemos sacado unas fotos típicas. 



Y por fin:


Una ciudad por la que hay que caminar durante 4 Km para llegar al centro y donde se encuentran carteles dando la bienvenida a los peregrinos (a su manera).


Y donde hay que estar en forma para poder cruzar los semáforos de 20 segundos. La catedral es enorme pero no está cuidada. Unos compañeros peregrinos nos han sacado la foto de rigor. 


En el hotel nos han recibido de maravilla, está a menos de 5 minutos de todo el centro y aunque está un poco anticuado, es tranquilo y Laia se está recuperando a base de roncar. 


No hemos podido comer ni pulpo no empanada porque como está lloviendo, las terrazas están mojadas y en los bares vacíos no nos han dejado entrar por no tener sitio para ella, es lo que tiene ir con un San Bernardo... En fin, por la tarde hemos salido a que Amaya recoja su certificación eclesiástica por haber hecho el Camino, donde le han preguntado cómo era su nombre y sus apellidos porque "como no son de aquí, no sé qué pone". Y lo dice una tipa que trata con gente de todas las nacionalidades del mundo. Además de casi escupirme por pedirle la certificación para Laia (sabemos que no sería el primer perro al que se lo dan).

Por mi parte me he negado en rotundo a engrosar las listas de la iglesia y no he solicitado ninguna certificación, no la necesito, y mucho menos después de las declaraciones de ayer de la conferencia episcopal.

En Galicia hemos descubierto la parte más ruin y humana del camino: el dinero, que todo lo afea y corrompe. Sin embargo, esto no ha hecho mella en nosotras, nos quedan los recuerdos de la gente que hemos conocido y de los sitios en los que nos han acogido, junto con las horas caminando ensimismadas en nuestros pensamientos.
Volveremos.

Pero sólo hasta León.


La ruta de hoy:



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